Nacido en Róterdam, Países Bajos, en 1964, Nikko descubrió a una edad temprana el amor por el aprendizaje, pero una aversión por la educación obligatoria. Encontró maneras de satisfacer lo primero mientras escapaba de lo segundo. Obtuvo su boina verde — simbolo de las tropas especiales en los Países Bajos — como soldado reclutado y, tras completar un servicio militar prolongado, emprendió la exploración del mundo. Sus andanzas por lo alto y lo bajo del mundo de cuatro continentes lo llevaron finalmente a España, donde, por curiosidad, asistió a una corrida. Horrorizado, huyó a Marruecos, donde vivió varios meses al cuidado de dos hermanos cultivadores de hachís. Un futuro en el narcotráfico parecía lógico, pero Nikko regresó a España para investigar si el horror que lo había llevado a Marruecos estaba justificado. Encontró trabajo como peón en una ganadería, y después de dos años, decidió profundizar en su investigación sobre el mundo taurino intentando convertirse en matador. Contra todo lo esperado, Nikko lo consiguió, pero su carrera en los cosos españoles terminó cuando, en 2006, las fuerzas armadas holandesas lo convocaron para servir en Afganistán.

Ningún soldado holandés sirvió más tiempo en Afganistán, vivió más aventuras allí ni dejó más huellas en el dasht afgano. Pero el horror que una vez llevó a Nikko a huir de una plaza de toros palideció ante el que sintió por las acciones de las fuerzas armadas holandesas en Afganistán. Luchó en vano por un modus operandi más sincero, y en 2009 presentó su renuncia. Nikko volvió a lanzarse a sus andanzas y se entregó a su pasión: la escritura — siendo su género la novela picaresca autobiográfica.

Los libros de Nikko Percepción Inmaculada y Pasado Impredecible provocaron un debate considerable, y en El Código del Troglodita aboga por un estilo de vida saludable. Lucha, Huida o Parálisis hace un llamado a la consciencia y la perspectiva; una lectura imprescindible para quienes se toman la seriedad de la vida con humor, pero no rehúyen la reflexión crítica.